martes, noviembre 20, 2007

Nutrición


Dice Diego Alatriste y Tenorio según lo acuña Perez Reverte: “La amistad se nutre de rondas de vino, estocadas hombro con hombro y silencios oportunos.
Y luego agrega dándole voz a Don Francisco de Quevedo:
"No queda sino batirse"


Y en ese discurso el relato de los hasta ahora 6 libros de las aventuras del Capitán Alatriste discurre en un sin fin de cuchilladas, desconfianzas e inconsciencias. Matando por un rey al que no necesariamente estiman pero por el que todos mueren, matando a conciencia pero con muy poco cargo de conciencia a inocentes igual que a bellacos.

Y nos sumergimos en un universo que parece salido del tiempo, de la norma, de la tolerancia y sin embargo rescata con gran belleza y mucha ternura dura el valor de la complicidad, sobre todo la complicidad silenciosa a través de los años. Quizás es eso lo que Arístides piensa y discurre ahora en este su nuevo retiro de su sociedad, de su entorno. Piensa en rescatar aquello, en seleccionar con couidado esa complicidad y en guardarla con honor inventado y tonto hasta las últimas consecuencias, batirse por ello como una ebriedad sorda de las cuatro de la mañana, batirse maquinalmente y difuminarse y permanecer gracias a aquello.
Se queda sentado cada tarde, mira su entorno, sus encuentros esporádicos con conocidos y amigos y gente querida, su constante retorno casi obstinado a su retiro a este retiro y duerme tan profundo como en los días líquidos del vientre. Vuelve a despachar cartas verdes preparando el avance de la historia y la presunta despedida definitiva de su historia de amor que nunca acabó por serlo. Y con metódico desorden escribe varias líneas a la semana.
Y reposa mucho y se toma un café en la mañana mientras ve y hojea digitalmente las noticias por la mañana, con los pelos de punta (por desordenadamente parados), y se resguardo con gusto del frío de esta ciudad a la que descubre de pequeños trozos y casi sin interés, pero cada vez con más comodidad.
Luego calla y piensa en batirse por las empresas personales y por los silencios compartidos. Adora estar en silencio junto a los amigos, adora no decir nada y entenderse con la otra persona. El silencio oportuno de Alatriste, y la ebriedad de las complicidades lo toman contento, suspendido en un espacio en el que no llega a contar hasta 4 porque su mente discurre en calma. Tomar la vida con sonrisa irónica, y beberse otro café.