viernes, febrero 29, 2008

Sumergirse


Sumergirse. Paf, nos entregamos bajo el agua a existir y olvidar la gravedad. Paf, olvidarnos de la ausencia de Amatilde que se sigue difuminando y a quien sólo hemos visto en sueños, pero la sentimos presente en el momento de sumergirnos y olvidar la gravedad. Y el sonido se vuelve acuoso, semi sordo, inequívoco tranquilo.
Volvemos, como siempre enfermos de idealizar, y por la misma razón sanos en nuestra enfermedad. Sin renuciar un milímetro a lo anhelado, y disfrutando lo que se sostiene, y lo que no también, a través de las proyecciones.
Abrimos los ojos en la trasparencia de este mar en que nadamos, la embarcación sola, el viajero que no encuentra a Amatilde, tal vez alguna vez ya la dejó pasar en su inutilidad de dejarla pasar, en la íntima convicción de desear que se quede pero sólo por su gusto. Pero tal vez, todo tal vez. Amatilde no ha aparecido hoy, ni ayer. Pero sacamos del agua la cabeza y los sonidos vuelven, y nadamos unas cuantas vueltas alrededor de la embarcación. Arístides vuelves me digo a mi mismo.