Tengo problemas como espectador, no solo de otros también de mi mismo. Debe ser algo común, pero siento una vergüenza inimaginable cuando veo un video mío actuando o contando un cuento. Y entonces ¿por qué lo hice?, ¿por qué volveré a hacerlo? Pues la respuesta corta es porque me hace bien a la salud, me crea la ilusión de que me expreso. Y la vida se trata de expresar la belleza que sentimos. Me suelo sentir muchísimo más cómodo con mis cuentos impresos publicados (no con los guardados, tal vez alguno de ellos). Es el hecho quizá de tener tiempo de editarme, de censurarme, de poder buscar el producto trabajado, re criticado, por mí y por otros.
Pero quizá con lo que más tengo problemas como espectador es con los cuenteros. Voy a tratar de explicarme. Yo empecé a contar cuentos sin ningún afán escénico. Hacía mi tesis de Gestión Cultural en Bruselas, cuando durante un viaje a esa mi otra casa que es Montpellier, mi amigo Sylvain me llevó a una velada donde todos aportaban una comida o un cuento. En esa velada descubrí algo mágico en la esencia del cuento. Descubrí que había algo inherente a la palabra oculta, re significada y compartida en un grupo pequeño de personas. Descubrí aquello que seguramente era normal en el hombre de hace 10 mil años; juntarse, contarse, sentir la complicidad y al mismo tiempo descubrir y viajar con fantasía.
En aquel tiempo mi reflexión era más de tipo esto me sirve para mi tesis, porque acá, en esa chispa está la verdadera motivación a la lectura. Las ganas del seguir escuchando la historia es la misma de seguir leyendo hasta la siguiente página. Hice los 3 cursos básicos de la Escuela del Cuento de Bruselas (Hoy Théâtre de la Parole) y fue algo maravilloso. Ya solo quería contar historias. Dos cuenteros me marcaron en esa época Didier Kowarsky y Magali Mineur. Su técnica depurada, transportarte con la palabra, sin artificios ni sobreactuaciones, daba en el clavo, la palabra es lo que cuenta. Yo quería lograr lo que ellos hicieron.
Obviamente eso no es fácil, han pasado 10 años y creo que estoy legísimos de su nivel, pero al menos tengo la idea más clara de lo que quiero y cómo puedo llegar a hacerlo.
Y mi problema siempre fue ese, que tengo un esquema de lo que yo quiero escuchar como cuenta cuentos. Por eso es que muchas veces la paso mal como público, porque cuando iba a cuenta cuentos que se disfrazaban de brujas o personajes del cuento que contaban lo veía como una payasada que me impedía escuchar la historia. O que creen que cuenta cuentos es el reemplazo al payaso de la fiesta de cumpleaños del niñato. Esa es la razón por la que no soporto los textos sin vida, las personas que repiten su cuento de memoria, las personas que dicen "era muy triste" "era muy hermosa", "era muy bello", "todo era maravilloso". En resumen, los que califican su historia o partes de ella, pero no nos dejan ver la historia y realmente sentir la belleza, los que explican el cuento pero no cuentan. Lastimosamente la mayoría de los cuenteros que he visto caen en esta forma de contar. Creo que no es un error, creo que simplemente a mi no me gusta esa forma de contar, no es lo que estoy buscando como narrador, entonces tampoco como público. Pero, lo he solucionado, antes tenía todo un conflicto de querer que todos entiendan y cuenten como yo creía que debía ser el cuento, ya no creo más en eso. Cada uno debe contar como le hace feliz, y cada uno debe escuchar a quien le guste escuchar.
Magali Mineur decía que nosotros no importábamos, lo que importa es la historia, el narrador debe ser transparente, por eso casi siempre se viste de negro en un escenario obscuro. Aún creo en eso y eso traté de hacer en mis años de narrador. Sabía sin embargo que me faltaba algo y entonces hice teatro, unos 4 años, algo así. Pero no era teatro lo que quería hacer, lo que quería hacer era tener más presencia escénica. Creo por eso que mi producto más logrado fue el último que presenté, "El hilo" se llamaba. Poco después tuve una hija y una enfermedad grave y tuve que dejarlo todo.
Hace unos meses, antes de los encierros y gobiernos fachos, volví a trabajar en una idea de cuento. La idea avanza muy lentamente, pero avanza y creo que es el siguiente paso luego de "El Hilo". Por ahora lleva el título de "EL IPSIS". No voy a decir de qué trata, al menos no todavía, pero me ha recordado porqué sigo queriendo contar. En EL IPSIS el cambio más claro es que lo literario (mi primer amor), es decir lo que yo trato de escribir se está acercando un poco más a lo que trato de contar con lo oral. Me hace feliz buscar esa forma que no se puede contener en lo escrito, ni en el teatro. En la que la palabra lleva el peso y la responsabilidad.
Ya les contaré más
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