Así, en una frase sola cantaba el voceador los domingos por la mañana muy temprano, anunciando el paso del periódico. Hoy, muchos años más tarde ya no existe ese canto matutino. Pero también parece ser un tiempo desaparecido para la opinión. O que la opinión ha perdido un peso porque todo el mundo opina sin hacer un pequeño proceso de revisión de su pensamiento y ver si vale la pena decirlo y lo lanza al universo a través de cualquier red social. Y no me voy a quejar de la modernidad, solo evidencio este no existir por el exceso de existencia. Es quizá esta misma razón que hizo dejar por tantos años este Blog, esa sensación de que no importa ya decir nada. Que lo que diga no será leído por alguien que tenga un sentido de razonamiento trabajado, o peor aún, ser malinterpretado o más triste que eso no ser leído por nadie. Pero en realidad esto último es lo que me ha llevado a volver. La sensación extraña de belleza de existir sin existir. Es decir que este mensaje esté acá vagando y accesible en internet y que sin embargo nadie o casi nadie lo lea. Es algo que me recuerda a nuestra existencia en este planeta. Existimos en un universo tan grande, pero al universo no le importa. Es más un día cuando nuestro planeta no exista, nunca habremos existido para el universo. Pero no hace falta viajar al futuro, para el universo en realidad es como si no existiéramos ahora. Es tan grande y nosotros tan pequeños. Y pues nosotros estamos tan vivos. Ahí hay belleza. Y eso me gusta de volver a escribir por acá, el acto casi performático de lanzar palabras en un blog en tiempos en los que ya nadie hace blogs. Lo que hay es Youtubers, Twix, o no se qué otras plataformas mucho más interactivas. Esto es el pasado y es bello, porque entonces lo que decía al principio es verdad El Tiempo no existe acá en Internet. Siempre es hoy. Hace 10 años, hace 20, mañana, de acá a 20. Por eso yo mismo puedo leer entradas antiguas de este, o cualquier blog, y ser ese día que se publicó, la fecha de publicación es simplemente referencial.Les describo la imagen del instante: Mi escritorio es un cuarto compuesto de una gran mesa y 3 libreros con los libros que casi ya no leo pero que amo, los libros que me gusta oler y ojear, y a viajar a donde me lleven. A mi lado está una pantera rosa tamaño real de peluche (más de un metro y medio) que me hizo mi madre cuando yo era un bebé. La pantera ha perdido una oreja que la guardo en un cajón y siempre prometo que un día de estos coseré (quizá algún día que lea esto la oreja estará cosida, quizá no). Escribo en una computadora de casi 10 años de antiguedad cuya batería no funciona y si se corta la luz se pierde todo esto. Si se corta ahora, nunca lo habŕe escrito. También de vez en cuando mi sistema ubuntu se confunde y me vuelca la pantalla (por lo menos una vez al día), mi hermano que es ingeniero me ha enseñado a poner un comando en una terminal de ubuntu para corregir el error cada vez que pasa. Tomo en este momento un mate de toronjil (quisiera decir una copa de vino que queda mejor, pero es un matesito) en una tasa azul gigante que me regaló mi amiga Samantha Cabrera hace unos quince años, un día que caminaba por el correo y ella me dijo, qué haces, le dije es mi cumpleaños y como por arte de magia sacó esta taza gigante que guardo con cariño a la espontaneidad.Los Tiempos se están perdiendo en opiniones, nos estamos olvidando de la belleza. Hoy se cerró el Ministerio de Culturas en mi país. Y mi palabra no importa, pero aquí estoy y por un instante siento algo parecido a la belleza mientras escribo esto.
sábado, junio 06, 2020
Los Tiempos Opinión
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2 comentarios:
Gracias Mastropiero, por tus palabras y tu belleza que sí, llegan hasta el otro lado del mundo. Desde donde yo te leo, sentada entre mis plantas y tomando un te verde con jasmin. Un abrazo a ti y a la pantera rosa.
Salud y choque de tazas de té contigo. Existamos con pasión sin que el mundo se entere.
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